viernes, 31 de agosto de 2012

EN LA CRISIS DE LA EUROZONA “CADA QUIEN PARA SU SANTO”


Los días 20, 21 y 22 de junio de 2012, el grupo de las 20 economías más desarrolladas del planeta se reunieron en Los Cabos, Baja California Sur, México, para deliberar sobre la situación económica que priva en la integración económica comúnmente conocida como la “Eurozona”.

Como es sabido, la Eurozona es un proyecto de 17 países que comparten una misma moneda (el euro), pero que son economías muy distintas en sus vocaciones y potencial productivo, su modelo de integración ha venido generando problemas financieros cíclicos, que son producto de la desigualdad económica y de la inexistencia de una política económica integral rectora del bloque.

Esto propicia que las reuniones del G-20, como se le conoce mundialmente, tengan como propósito central, analizar y resolver los principales problemas de la integración económica. En Los Cabos se enumeraron, entre otros: la falta de crecimiento económico sostenido y equilibrado, los crecientes y alarmantes índices de desempleo, la presión de las empresas por establecer medidas proteccionistas, todo en una zona donde el marco de acción de la integración es el libre mercado.

La situación  es apremiante porque la crisis que se instaló en el 2008 en la mayoría de las economías del G-20, ya provocó efectos alarmantes en cuando menos tres de ellas: Grecia, España e Italia. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el desempleo afecta a 21.3 millones de personas en la zona y la peor noticia es que la mayoría de los desempleados son jóvenes que están experimentando una desocupación de larga duración, lo que trae consigo una frustración social destructiva hacia ellos, sus familias, el entorno social en que viven, y efectos en las instituciones del derecho y el orden público.

Pascal Lamy, director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en el mismo marco de la reunión del G-20 en Los Cabos señaló con preocupación que “existe mucha presión de los negocios para reinstalar nuevas medidas proteccionistas”, asimismo, estimó que el comercio global está en declive, pues el registrado entre 1990 y 2008 fue del 6%, y para finales del 2012 será únicamente del 2.3%, incluso inferior al promedio registrado en los últimos 20 años, que fue del 5.5%. Esto habla de una crisis sumamente grave para la comunidad mundial por falta de empleo y de ingresos. La propia directora del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde, se refirió a esta situación en la eurozona como de “incierta y frágil”.

Aunque la situación es muy grave, no sólo para ellos sino para la economía mundial, o sea para todos los países, las medidas que se tomaron en la cumbre del G-20 cayeron más en el terreno de las buenas intenciones que en un programa de acciones correctivas concretas. Entre los acuerdos destacan: asegurar la estabilidad de la eurozona; apuntalar el crecimiento global, restaurar la confianza en los mercados, crear un sistema de información del mercado agrícola, intensificar la lucha contra la corrupción, promover el crecimiento verde, favorecer el crecimiento del empleo, incrementar los recursos crediticios del FMI y no aplicar medidas proteccionistas hasta 2014.

Esto fue lo más sobresaliente, y todos los asistentes a la cumbre de Los Cabos, México se declararon comprometidos con adoptar todas las medidas de política necesarias para atender los riesgos de corto y mediano plazos.

Esto significa que Europa refrenda su confianza en el sistema de libre mercado, como el mecanismo más idóneo para continuar subsistiendo con decoro, un esquema económico que cada día va agotando los espacios para medidas de política económica monetaria y postergando dificultades económicas y sociales que van generando una situación social de desesperanza que amenaza con sepultar este sistema algún día. Y es que de nada sirve que el FMI tenga más recursos crediticios si van a servir por un lado para endeudar más a los países que ya padecen problemas financieros graves, y por otro lado generará mayores utilidades para las economías y empresas ávidas de obtener ganancias a costa de los desvalidos.

Esto nos hace pensar una vez más que el tránsito por el neoliberalismo, o sistema de libre mercado, es un camino sinuoso que nos va conduciendo por la penumbra económica hacia el fondo incierto de una extensa caverna; un camino empedrado y lleno de salteadores de caminos donde el capital especulativo hace las veces del villano peligroso que va despojando de sus legitimas ganancias y ahorros al empresario productivo.

La confianza que el G-20 pretende restaurar no es más que atenuar y hacer menos brusca la volatilidad del capital especulativo, cuyo dinero ficticio, que tiene por motor la corrupción del sistema financiero bursátil, está sobreexplotando y extinguiendo la estructura financiera del capital empresarial, el único que produce bienes y servicios para consumo que la comunidad internacional requiere.

En este mismo sentido, los asambleístas del G-20 admitieron que “la corrupción obstaculiza el crecimiento económico, amenaza la integridad de  los mercados, socaba la competencia justa, distorsiona la asignación de recursos y destruye la confianza pública”. Qué más puede decirse al respecto. El sistema de libre-mercado engendra estos espectros que amenazan con crecer y devorar el sistema económico mundial. A ellos se suma el incontenible crecimiento demográfico de los países más pobres, población empobrecida cuya movilidad,  impulsada por la falta de oportunidades y hambre, tiende a romper fronteras geográficas en su busca de empleo o alimentación obtenida lícita o ilícitamente. Esto exacerba las preocupaciones del G-20, pues su estatus de países paraíso, se ve más amenazado.

David Cameron, primer ministro de Gran Bretaña, sentenció esto diciendo que es muy urgente dar seguimiento a todos los acuerdos, para disminuir “los riesgos del alojamiento y prolongación de la crisis europea”. Sin duda tiene razón, pero las medidas que están dispuestos a adoptar son estrictamente monetarias: consolidación financiera, políticas fiscales en la zona, capitalización financiera del FMI. Es decir, préstamos y medidas rentistas para el rescate de sistemas bancarios y las finanzas públicas de algunos estados como los casos de España y Grecia, respectivamente, pero que al final hacen más fuerte a los países fuertes, y más débiles a los débiles. Ninguna solución de fondo que genere equidad o equilibrio estable y duradero.

Sólo paliativos que se vislumbran como una gran crisis del sistema económico europeo, crisis que seguramente será general en Europa y afectará de distinta forma a los países de todos los continentes.

El capital productivo que genera empleos es cada vez menor, comparado con el capital especulativo que reina en esos países, capital al que no le importa el empleo ni el mercado de bienes y servicios. Su virtud es hacer magnates sin empresas, sin problemas laborales ni reparto de utilidades y que, peor aún, evaden impuestos o generan actos de filantropía para recuperar lo que ocasionalmente aportan al erario de sus países.

Entre las economías  fuertes que aún mantienen cierto equilibrio entre capital productivo y especulativo, está la economía de Alemania, país que ha tomado liderazgo y se conduce con precisión aprovechando los problemas de otros países, tiene un importante y potencial capital productivo, maneja con transparencia y rigidez su sistema financiero bursátil, está creciendo en su producto interno bruto, no tiene problemas graves de desempleo y es un país prestamista al que le conviene que otros países caminen por la senda de la improductividad, el derroche y la pérdida de tiempo en politiquerías; al final estos países son sus mejores clientes y así será por varias décadas.

La reunión del G-20 en Los Cabos, también fue el marco idóneo para que el primer ministro de Gran Bretaña ratificara que “no se unirán al sistema de divisa única europea”. Claro, ¿por qué habrían de hacerlo?, pues si hay un país donde el liberalismo económico aún funciona es en el Reino Unido, aunque ello no evita frecuentes contradicciones entre sus miembros, y a veces tan fuertes que uno se pregunta: ¿Cuánto durará esa unidad monárquica? Quizás algunas décadas más, pues los gérmenes de la descomposición están creciendo. Los países menores, Escocia y Gales, no se sienten como hijos protegidos del Reino Unido; más bien están acusando frecuentemente los efectos de la supremacía que ejerce Gran Bretaña sobre sus economías.

Barack Obama, quien representa el centro de poder del imperialismo, asistió prácticamente como oyente a la reunión del G-20, escuchó y vio cómo Europa ponía sus problemas sobre la mesa de lamentos y condolencias se afligió por los apremios de España, Italia y Grecia y se limitó a postular que “el reto que tiene Europa no lo resolverá el G-20, ya que las soluciones tendrán que debatirse y decidirse como corresponda a los líderes y pueblos del viejo continente”. Una intervención muy lacónica y yo diría que hasta desafortunada que debe considerarse como un deslinde, pues esto de que cada uno resuelva sus problemas es muy cómodo.  Entonces uno se pregunta: ¿para qué forma parte y asiste a las reuniones de los organismos internacionales?

Claro, los Estados Unidos tienen sus propios problemas y no son menores. Quizá eso quiso decir el primer mandatario estadounidense, quien prefirió abstenerse de ventilar sus agobios en una mesa que reúne la atención mundial, porque, en mi opinión, los Estados Unidos no pasan por un mejor momento que Europa, para nadie es un secreto que su deuda pública ya es más grande que su producto interno bruto, y la especulación financiera asociada a la corrupción está reduciendo la productividad y competitividad de la aún primera  economía del mundo. Esto lleva a concluir que Estados Unidos tiene que cuidar a toda costa, tanto su economía como el escaso prestigio que aún tiene como jerarca del imperio capitalista, por eso se comporta como paladín de la democracia, espía internacional y policía del mundo.

Por lo que respecta a China, habrá que tratarla aparte. Su capitalismo de Estado mantiene en ascenso sus inversiones eminentemente productivas y una economía  donde no hay lugar para la especulación rentista artificial, y, aunque con un déficit público que crece a niveles alarmantes, se beneficia del libre mercado y la falta de productividad de Europa y América, pues en este marco de libre competencia, leal o desleal, es el rey de las ventas, los mercados mundiales y el de mayor crecimiento económico.

Hacer un análisis sin abordar el caso mexicano no tendría mayor interés, máxime cuando México es parte del G-20, fue anfitrión en la reunión de Los Cabos, y ahora es prestamista de recursos para la capitalización financiera del FMI, un hecho relevante que habla de la salud financiera de las reservas internacionales y de una política monetaria bien manejada. Sin embargo, de ninguna manera debe interpretarse esto como que México pasa por un buen momento económico frente al mundo, pues el catarrito que Agustín Carstens diagnosticó en el 2008 se volvió crónico, y aunque no requirió terapia intensiva  -para hablar en términos del doctor Carstens-, la economía no crece y está generando un problema social  de grandes proporciones por el desempleo, subempleo, pobreza y descapitalización del sector productivo. De esto  hablan casi a diario importantes analistas económicos en todos los medios nacionales de comunicación.

El único acierto del gobierno mexicano de la última década, ha sido mantener baja la inflación y la flotación del peso frente al dólar, lo que ha evitado devaluaciones bruscas y frecuentes. Sin embargo, como promotor del crecimiento económico y el desarrollo social, el gobierno surgido del Partido Acción Nacional ha tenido su mayor fracaso,  con un costo social y político que lo llevó a perder la presidencia de la república en las elecciones federales del 1 de julio de 2012.

El gobierno mexicano debe de construir un modelo de crecimiento económico basado en una inversión pública estratégica y prospectiva que se ubique en áreas de oportunidad productiva, propiciando un equipamiento con infraestructura que permita atraer la inversión privada y generar inversiones que incrementen la productividad, la generación de riqueza y empleos, para esto tendrá que mejorar su visión y planeación a fin de ubicar en su territorio las vocaciones productivas que pueda desarrollar mediante la integración de cadenas de valor. Esto implicará crear una nueva regionalización socioeconómica del país, una nueva ley de planeación y una nueva ley de presupuesto, para que pueda generar inversión pública concurrente entre sus dependencias, tener presupuestos multianuales y un trabajo sostenido en el corto y mediano plazos, a efecto de arribar a la segunda mitad del presente siglo como un país realmente en vías de desarrollo integral y como socio respetable de las economías más importantes del mundo.

jueves, 16 de agosto de 2012

DOS VOCACIONES PRODUCTIVAS, DOS PROYECTOS PARA EL CRECIMIENTO Y DESARROLLO

A diario los mexicanos discutimos la necesidad de que nuestro país alcance mejores niveles de crecimiento y desarrollo social, para que la población tenga un mejor nivel de vida. Este fue el motivo de la efervescencia política electoral en  2012, cuando la población nacional tuvo ocasión de elegir un nuevo Presidente de la República, pero, sobre todo, tuvo que definir cuál de las opciones políticas garantizaba el mejor proyecto para lograr los anhelados crecimiento económico y desarrollo social.

Sin embargo, cuando hablamos de conseguir el desarrollo nacional, por lo general hablamos de algo abstracto, es decir, todos nos involucramos en conversaciones sobre el  desarrollo; pero pareciera que nadie sabe cómo es, dónde está, o cómo se llega a él. Hablamos del desarrollo como si fuera una quimera tan subjetiva como una mera aspiración o un buen deseo.

Sin embargo, hay que decir que el desarrollo es una cuestión socioeconómica tangible, una construcción que se logra mediante el esfuerzo conjunto del gobierno y la sociedad, utilizando como medios materiales de construcción los recursos económicos de la sociedad y las herramientas técnicas de planeación, que normalmente conocemos como: planes de desarrollo, programas o políticas públicas, tres instrumentos que para efectos prácticos son muy parecidos.

Ante esta difusa idea del crecimiento económico y el desarrollo social, deseo exponer un caso práctico y cotidiano de cómo ubicar las posibilidades de construcción del desarrollo.

Para iniciar, diré que el desarrollo nacional se consigue estudiando las vocaciones productivas de cada segmento, zona o región del territorio y su relación con la población, ya sea rural o urbana; una vez encontrada una actividad potencial se dice que estamos ante una vocación productiva, por tanto, deberá de iniciarse un proceso de planeación prospectiva para lograr su desarrollo. Vayamos a un caso práctico.

La subregión de Tetela de Ocampo, Puebla, México, que incluye los municipios de Aquixtla, Cuautempan, Ixtacamaxtitlán y Tetela de Ocampo, está enclavada en la sierra norte del estado de Puebla, con  una parte de la población concentrada en pequeñas ciudades típicas, comunidades o rancherías. Es una zona donde  la gente se dedica en su mayoría a la agricultura tradicional, al comercio y en menor medida a las artesanías; por tanto, es una población de indicadores de desarrollo humano e ingresos bajos.

Obviamente, durante décadas esta población ha demandado mejores condiciones de vida: salud, educación, ingresos económicos; es decir, demanda los beneficios de los tan anhelados crecimiento económico y desarrollo social.

Paradójicamente, hoy diversos estudios económicos permiten suponer, con bases numéricas, que la zona geográfica donde se ubica Tetela de Ocampo tiene dos vocaciones productivas importantes: una es el desarrollo sustentable, mediante la agricultura  protegida, la fruticultura y el ecoturismo; y la otra es la minería, la extracción de oro y plata de sus montañas boscosas.

Aquí deseo establecer una dicotomía: Tetela está frente a dos vías para el desarrollo, dos proyectos distintos, que podrían ser o no ser complementarios. Veamos cada una de estas vías por las que Tetela puede encontrar crecimiento económico y desarrollo social:

I.- Primera vía: agricultura sustentable

Expresaba con anterioridad que la zona está viviendo un tránsito de la agricultura tradicional a la agricultura protegida, mediante producción de hortalizas en invernaderos tecnificados. Pero también está experimentando un resurgimiento de la fruticultura de calidad, principalmente manzana golden para mesa y durazno de excelente calidad. Por otra parte, estudios realizados indican que la subregión tiene una importante vocación turística que no ha sido explotada, turismo alternativo: rural, de naturaleza y aventura, una vocación productiva que ya no es remota, toda vez que se está elaborando un estudio y proyecto denominado “Sierra Mágica”.

No está por demás afirmar que esta vía de crecimiento y desarrollo es altamente sustentable, pero requiere organización social para la producción, capacitación, capitalización y visión de  negocios; lo que hemos llamado “el empoderamiento” de los productores para construir su propia vía de crecimiento económico y  desarrollo social.

Ante estas vocaciones productivas, lo que  hace falta es realizar un estudio y un proyecto para darle forma e impulso a un agroparque que organice los esfuerzos públicos y privados para detonar el desarrollo productivo tecnificado y competitivo de la subregión.

¿Por qué sostengo que es viable un agroparque?

Porque actualmente contamos con cien hectáreas de invernaderos que producen al año 16 mil toneladas de jitomate, generan mil 200 empleos directos y proporcionan en dos ciclos de cosecha una derrama de 135 millones de pesos al año, que se comercializan por canales deficientes como el intermediarismo y el acaparamiento.

Esto es lo que tenemos como potencial, de manera natural y sin ninguna acción pública de fomento; es esfuerzo cien por ciento de los productores. Supongamos que se fomenta la organización y se diseña un programa de apoyo a la inversión que promueva el crecimiento de los indicadores de manera aritmética. Este programa de fomento permitiría mejorar las cifras de la siguiente manera:

·     Pasar de 100 hectáreas actuales a 200 hectáreas de invernaderos.

·     Esto implicaría pasar de producir 16 mil a 32 mil toneladas al año.

·     De generar hoy día mil 200 a 2 mil 400 empleos anuales.

·     De propiciar una derrama económica subregional de 130 a 260 millones de pesos al año.

En un esquema de Agroparque esto se podría lograr en un tiempo de tres a cuatro años, cifras que mejorarían con las inversiones generadoras de empleos indirectos, esto en conjunto nos ubicaría en una situación de pleno empleo sub-regional, con ingresos promedio muy superiores a los que hoy se tienen en la zona.

A continuación presento un diagrama que explica los componentes de un Agroparque como el que se propone en este trabajo:


Trabajar bajo este esquema de inversión en agricultura protegida de reproducción ampliada, genera otros beneficios que alientan la sustentabilidad:

·     Se eleva la productividad
·     Se mejoran las condiciones de trabajo y los ingresos
·     Se fomenta la cultura de uso eficiente del agua
·     Se liberan tierras de uso agrícola tradicional, que podrán emplearse para forestación con frutales o maderables (otra fuente de ingresos)
·     Se mejoran las condiciones para el turismo alternativo
·     Se mantiene el uso del suelo, y por tanto, el hábitat.

Adicionalmente hay que decir, que en la zona existe un campus de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla que imparte la carrera de Ingeniería Agroforestal, también existe un campus de la Universidad para el Desarrollo que imparte la Licenciatura de Agricultura Protegida, una alternativa de trabajo de tipo empresarial, muy distinta a la imagen del campesino de la yunta y el arado.

II.- Segunda vía: proyecto minero

Sin duda la minería es una actividad muy importante en el país, la segunda en aportar divisas después del petróleo. Su presencia en la zona data de 1980, cuando la empresa Frisco S.A. de C.V. inició estudios de exploración, que a partir de enero de 2012 se intensificaron ante la certeza de la existencia de oro y plata en cantidades rentables para el sector privado especializado en la materia.

La minera realizaría una inversión de 160 millones de dólares, y sus representantes dicen ser una empresa socialmente responsable, que trabaja con la norma 120, y por tanto respetuosa de la normatividad federal relacionada con el cuidado del medio ambiente.

La empresa podría generar 630 empleos directos, 2 mil indirectos (seguramente la mayoría serían para técnicos y proveedores foráneos), una importante  derrama económica en la zona (a proveedores de alimentos, posiblemente hospedaje, bebidas preparadas y otros servicios) y el correspondiente pago de impuestos y derechos al gobierno federal.

Localización del proyecto

La zona de exploración, conformada por las 84 hectáreas, es un área de manantiales y recarga de mantos freáticos que abastece de agua a la ciudad de Tetela de Ocampo, a sus comunidades, y a los municipios de Cuautempan, Zongozotla y Zapotitlán de Méndez, entre otros. Poseen una zona arbolada y con una biodiversidad de las más abundantes y variadas, cuya  remoción implicaría un escenario holocaustico, con los efectos ambientales que esto significaría para la región, el estado, México y el planeta.

La empresa cuenta con los permisos de exploración y explotación de 10 mil 600 hectáreas, aunque la primera etapa únicamente considera 78, de las cuales posee 24. La forma de explotación será mediante la técnica de “tajo”, es decir removiendo totalmente la capa vegetal para realizar cortes a la superficie terrestre, hasta una profundidad de 80 metros; cada tonelada de tierra extraída se va lavando con químicos (hipoclorito, cianuro, calcio, etc.), aplicando medidas de control que permitirán confinar los lodos en grandes presas protegidas con geomembranas para evitar la salida de  lexiviados tóxicos.

Para lavar la tierra utilizarían 200 litros de agua  por segundo, 4 millones de metros cúbicos al año (aproximadamente), por lo que requerirán por lo menos la perforación de 2 pozos (que parece muy poco); las aguas serían tratadas y reusadas de acuerdo a normas internacionales.

La empresa dice que su presencia sería un polo de desarrollo muy importante para una zona socioeconómica deprimida, pero además impulsaría medidas de protección y compensación del medio ambiente, tales como construcción de un vivero, siembra de arbolitos en las zonas que el tajo permita forestar. También tienen programas sociales de apoyo a la comunidad, como: programa ver bien para aprender mejor (lentes  gratuitos), apoyo a escuelas y clínicas, pisos y techos dignos, capacitación técnica a mineros, entre otros.

Ahora bien, conociendo esta información planteo un par de preguntas:

Primero.- ¿Usted considera que estas dos vías de búsqueda del desarrollo son compatibles?

Segundo.- ¿Por cuál optaría usted?

Para algunos esto podrá generar una definición inmediata, la vía sustentable; para otros será un dilema complicado de resolver. Lo que pretendo plantear es que el desarrollo tiene distintas vías: unas pueden ser mejor que otras, o bien pueden ser complementarias. Lo más importante es que la propia comunidad participe y sea quien decida por qué vía desea construir su desarrollo, qué opción le conviene más.

Por eso creo que lo más viable en este caso es otorgar suficiente información a la población sobre ambos proyectos, para que sea ella quien tome  la decisión sobre su futuro
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