viernes, 10 de marzo de 2017

EL POPULISMO MUNDIAL, COYUNTURA PARA REFORMAR EL NEOLIBERALISMO

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CONTENIDO



I.           UN REPASO A LA HISTORIA DEL SISTEMA ECONÓMICO.


II.         REACCIÓN SOCIAL ANTE LA POLARIZACIÓN ECONÓMICA.


III.       EL MÉXICO NEOLIBERAL, EFECTOS Y ÁREAS DE OPORTUNIDAD.


IV.        NI MANDATO DIVINO NI CONDENA FATAL.



I.  UN REPASO A LA HISTORIA DEL SISTEMA ECONÓMICO
La historia económica relata que el 1 de Julio de 1944, prácticamente al término de la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno de los Estados Unidos de América (EUA), que había resultado con afectaciones menores, coordinadamente con la muy derruida Inglaterra, convocaron al resto de los países europeos beligerantes para una reunión que se desarrolló en la localidad de Bretton Woods, New Hampshire, participando en ella 44 representantes de igual número de países.
Tres economistas encabezaron la primera reunión cumbre: el británico y principal intelectual John Maynard Keynes, Henry Morgenthau, Secretario del Tesoro de EUA y su Consejero Harry Dexter Whithe, quienes modificando el liberalismo económico de Adam Smith, presentaron un plan para la reconstrucción de las deterioradas economías de Europa, Asia y África.
El Plan establecía un Nuevo Orden Económico Internacional, bajo las siguientes premisas:
Primera: El acompañamiento del Patrón-Oro (hasta entonces único sistema monetario) con la introducción del Patrón-Dólar, como medidas de valor para las monedas de las naciones participantes. Esto colocó a los EUA en el centro del Nuevo Orden Económico, y el dólar adquiría la categoría de única moneda intercambiable por oro. A partir de entonces las monedas de los demás países tendrían como referencia de valor el dólar estadounidense.
Segunda: Proveer financiamiento a bajo costo para que los países afectados por la guerra pudieran acceder a recursos para reconstruir su infraestructura y economía en general. Con tal propósito se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional para la Reconstrucción y Desarrollo (BIRD).
Tercera: La aceptación de un acuerdo para la posterior creación de una Organización Mundial de Comercio, como un organismo para eliminar paulatinamente el proteccionismo, toda vez que sería un organismo garante del diseño y aplicación de mecanismos de impulso al libre comercio y la conformación de un mercado internacional.
Estos, entre otros acuerdos de Bretton Woods, robustecieron el protagonismo de los EUA, y lo colocaron como país líder en el contexto económico internacional occidental. Al mismo tiempo, esto garantizó a los Estados Unidos su expansionismo económico y financiero hacia el mercado que a partir de ese momento conformaban los países firmantes de los acuerdos.
Tan sólo 3 años después (1947) y como una reedición de los acuerdos de Bretton Woods, el general estadounidense George Marshall propuso en el seno de esta agrupación de países el Plan que hasta hoy lleva su nombre “Plan Marshall”, en el cual los EUA se atribuyeron la rectoría de la vida económica, política y militar de los países del capitalismo occidental.
Plasmados en el Plan Marshall, en lo económico se refrendaron los acuerdos de Bretton Woods, en lo político los EUA asumieron la facultad de instalar por la vía del intervencionismo diplomático “gobiernos democráticos” en aquellos países donde consideraban que no los había, en lo militar se concibieron como los guardianes del orden internacional occidental capitalista, en oposición al bloque socialista comandado por la Unión Soviética.
Ya en los años setenta del siglo pasado, Andréi Gromyko, economista y científico social ruso, en una de sus investigaciones sostiene que “Washington y el Presidente Truman partieron de la falsa premisa de que la victoria obtenida imponía al pueblo norteamericano una permanente responsabilidad por la dirección del mundo. Para materializar estas pretensiones se emplearon distintos medios políticos, militares, económicos”.[1]
Prosigue Gromyko diciendo que “la victoria que los pueblos amantes de la libertad obtuvieron sobre la Alemania nazi y el Japón militarista determinó cambios radicales en el mundo y dio lugar a una nueva correlación de fuerzas en el ámbito internacional”.[2]
Para 1948 la economía norteamericana consolidaba su expansionismo tanto de mercancías como de capitales, su principal área de oportunidad estuvo conformada por los países de Europa, para facilitar la expansión de los capitales norteamericanos promovieron la formación de nuevos acuerdos internacionales como la firma de un Acuerdo General Sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, que por sus siglas sería conocido como el GATT, cuyo propósito fue eliminar el “indeseable” proteccionismo de las economías nacionalistas. México no ingresó en ese momento al GATT pero los Estados Unidos y Canadá iniciaron una campaña permanente para el convencimiento que concluiría en 1986 con la firma del protocolo de Ginebra, Suiza, mediante el cual México se convirtió en el país número 92 del GATT.
En 1994, también a iniciativa de los Estados Unidos se realizó una reunión en Uruguay, que tuvo como propósito efectuar un análisis del comercio mundial. Ahí llegaron a la conclusión de que el GATT ya era un instrumento insuficiente para la promoción del libre comercio, se planteó la necesidad de firmar un acuerdo marco que garantizara una mayor amplitud arancelaria y jurídica al Comercio Mundial, así fue como se acordó la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que materializó uno de los postulados centrales de los acuerdos de Bretton Woods.
En el 2001, dentro de la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC, Estados Unidos y sus principales aliados económicos promovieron reformas jurídicas internacionales para darle mayor certidumbre al Sistema Internacional de Comercio en Norteamérica, para ello, el 17 de diciembre de 1992, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Y todos sabemos que después de casi una década de negociaciones, en febrero del 2015, a instancia del entonces Presidente Barack Obama, se firmó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Un logro muy importante para EUA y sus aliados, que incluso dejó fuera de este tratado a China, quien había sido uno de los países impulsores.
Al amparo del sistema económico neoliberal de libre mercado, creado en 1944, Francia, Italia, La República Federal Alemana, Bélgica, Luxemburgo, entre otros países, impulsaron en 1957 la firma del Tratado de Roma que dio como resultado la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE), la cual hizo posible la Unión Aduanera de Libre Tránsito y por tanto la creación de un mercado común europeo regido por un mismo protocolo,  en ese momento se justificó el hecho diciendo que el objetivo era impulsar un crecimiento económico y desarrollo social armónicos en toda Europa, no obstante que el trasfondo era tener mayor participación en los mercados y control de los mecanismos de libre comercio.
El crecimiento interno y la expansión económica continuó para ese grupo de países europeos, los resultados crecientes en lo económico propiciaron que años posteriores se fueran integrando otros países como Dinamarca, El Reino Unido, Grecia, España y Portugal.
A partir del 1 de enero de 1999, los Estados miembros de la Unión Europea (UE) con excepción del Reino Unido decidieron adoptar un modelo de unidad monetaria, e impulsaron la creación del Banco Central de Europa como entidad responsable de la Política Monetaria de los Estados adheridos, así establecieron el Euro como moneda oficial de la Unión Europea, que para entonces ya estaba integrada por 19 Estados: Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Países Bajos, Portugal, entre los más importantes.
Como resultado de las medidas adoptadas en Bretton Woods a lo largo de 50 años, Estados Unidos, el Reino Unido, Europa y algunos otros países de los llamados en vías de desarrollo, se beneficiaron del Sistema Económico Neoliberal y el libre comercio. Las inversiones de los Estados Unidos se expandieron dentro de sus fronteras y por todo el mundo; Europa se reconstruyó, creció y se expandió de forma acelerada dentro de sí misma y hacia los demás continentes; Japón se recuperó de la muy dolorosa derrota militar en la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en potencia económica. La fórmula de John Maynard Keynes había funcionado.
Sin embargo, hoy día casi nadie está contento con el sistema económico neoliberal. El modelo está generando efectos económicos, sociales y políticos distintos a los pronosticados por John Maynard Keynes, quien “pensó en la existencia de un mundo próspero, con una economía global, abierta al comercio, con libre circulación de mercancías”.[3]

II.   REACCIÓN SOCIAL ANTE LA POLARIZACIÓN ECONÓMICA
Hoy es evidente para el mundo que el neoliberalismo ha sido muy eficiente para generar y concentrar la riqueza mundial en muy pocos monopolios multinacionales, el 1 por ciento de la población mundial concentra el 50 por ciento del producto interno bruto global, y a la vez, propició una feroz competencia entre monopolios que aniquilan a la micro, pequeña y mediana empresa, dejando sin oportunidad de participación del ingreso mundial a centenares de millones de personas.
Este sistema económico ha creado zonas geográficas de producción donde mantiene los ingresos de los trabajadores muy bajos para aumentar de manera inequitativa sus tasas de utilidad, impulsó el crecimiento acelerado de la población mundial para crear un inmenso mercado de consumo, creando necesidades consumistas en la sociedad de todos los países, y en resumen, hoy se evidencia como una gran fábrica mundial de pobreza, hambruna, violencia racial, discriminación, ilegalidad y la consecuente pérdida de valores humanos y culturales.
Pero la situación ya alcanzó a la población occidental que acusa angustiosamente los problemas económicos familiares, sociales y políticos que está empezando a vivir, ya están surgiendo corrientes de pensamiento anti-sistemático, movimientos sociales que se vuelcan en protestas que demandan oportunidades de participación en la generación y distribución de la riqueza que se crea en el mundo.

Veamos algunos de estos efectos anti-sistémicos:

En el Reino Unido, la cuna intelectual del liberalismo y neoliberalismo económico de Adam Smith y Jonh Maynard Keynes, respectivamente, la voz de la clase media ha protestado por la pérdida de su poder adquisitivo, de su calidad de vida, y la pérdida de empleos ante el ingreso de millones de migrantes de toda Europa, Asia, África y Medio Oriente. En el 2016 se opuso a la propuesta alemana de que los países de la Unión Europea recibieran cuotas de refugiados del Medio Oriente. La clase media del Reino Unido (Inglaterra, principalmente) consideró esto como la gota que derramó el vaso, y el 23 de julio de ese año expresaron su desacuerdo votando por la salida del Reino Unido de la Unión Europea, un referendo conocido como el “Brexit” cuyas consecuencias económicas están por evaluarse, pero que debemos considerar como una respuesta nacionalista y proteccionista en contra de la pobreza que al interior de los países está propiciando el sistema económico.
Pero mientras el resto del mundo se sorprendía con esta decisión de la población del Reino Unido, en Norteamérica –considerada la otra gran porción del epicentro capitalista neoliberal- el sistema económico también ha venido generando estragos sociales que apuntan en el mismo sentido que lo sucedido en el Reino Unido.
El 8 de noviembre de 2016, el triunfo electoral de Donald Trump fue la expresión doliente de la clase media norteamericana, del pequeño y mediano empresario que está perdiendo sus negocios ante la voracidad de los monopolios multinacionales. Donald Trump es también el reflejo de la inconformidad de la clase trabajadora de norteamericanos que ha perdido su poder adquisitivo, que ven en riesgo sus empleos, su estabilidad económica por la migración latinoamericana y la movilidad de las empresas hacia mercados de trabajo más rentables como México y China. Donald Trump encarna la expresión del hartazgo de la sociedad yanqui ante una inestabilidad económica interna sin precedente, y por las corrientes migratorias de todo el mundo en busca de oportunidades de trabajo.
Este triunfo del conservadurismo norteamericano hizo que la mayoría de norteamericanos y ciudadanos del mundo, viéramos con sorpresa que un populista como Donald Trump ganara la elección presidencial, teniendo como propuesta central la difusión de ideas: “patrioteras, proteccionistas, globalifóbicas y homofóbicas”, dando como resultado que el 24 de enero de 2017, a tan solo unas horas de haber tomado posesión como Presidente de los Estados Unidos, cumpliera una al firmar una Orden Ejecutiva para retirar a su país del grupo de naciones adheridas al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), apartándose de un mercado que conforman 12 países, que representan el 40 por ciento de la economía mundial, y un mercado potencial de 800 millones de personas. Pero además, ya siendo presidente, con ideas muy poco claras por la falta de información y propuestas específicas, refrendó su consigna de aniquilar el Tratado de Libre Comercio entre México-Estados Unidos-Canadá, el TLCAN, una noticia que generó desconcierto en el mundo de los negocios. Obviamente, esta decisión del Presidente de los Estados Unidos de América representa un contrasentido al sistema económico profesado por los grandes capitalistas de su país.
Canadá también está pasando por un mal momento, su moneda se ha depreciado frente al dólar estadounidense, ha perdido competitividad por el incremento de costos en mano de obra. Por ejemplo, el 2 de enero de 2017, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, anunció que las ventas de Canadá al mercado estadounidense representaron 230 mil millones de dólares, mientras que en el mismo periodo las de México a Estados Unidos importaron 245 mil millones de dólares, esto significó que México desplazó a la economía canadiense al segundo lugar como socio comercial de EUA, algo que no gustó nada a las autoridades del país del maple, y el 24 de enero de 2017, Donald Trump, vía twitter, anunció que el día 25 del mismo mes firmaría la Orden Ejecutiva para la renegociación del TLCAN con México, no con Canadá, los canadienses más conservadores dieron su pésame a México diciendo que lo sentían mucho, “que amaban a México”, pero tendrían que renegociar por su cuenta con los EUA, y aunque esto jurídicamente no es tan sencillo, los medios de comunicación colocaron en sus primeras planas y columnas los más variados epitafios al TLCAN, ese mismo día 24, Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía de México señaló que si no había condiciones para una renegociación, México también se retiraría del TLCAN y negociaría acuerdos por separado y por rama de actividad económica, como antes del TLC, mientras esta aseveración del Secretario de Economía unía a la sociedad mexicana teniendo como base el añejo sentimiento cultural antiyanqui, en Canadá generó una profunda división de opiniones, pues hubo grupos económicos que refiriéndose a los buenos negocios con México, expresaron su desacuerdo diciendo que “las manufacturas siguen siendo muy competitivas en términos salariales y de ubicación frente a otros productos y proveedores”[4], esto fue expresado el 2 de enero de 2017, por Marco Oviedo, economista en jefe de Barclays para México.
Cronológicamente, en Europa, también encontramos muestra de las ideas conservadoras, proteccionistas y nacionalistas que campean por el mundo, el 2 de enero de 2017,  la líder del partido ultraderechista francés Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, -quien inició su carrera política hacia la Presidencia de la Republica presentándose como “la candidata del pueblo”-,  arengó a sus seguidores con discursos contra la globalización y contra la Unión Europea, a la que calificó de un “rotundo fracaso que no ha podido cumplir ninguna de sus promesas”[5]. Se pronunció por la salida de Francia de la Unidad Monetaria del Euro, y por el “restablecimiento de la moneda nacional”, elogió al pueblo británico por el “Brexit”, y puso a Donald Trump como ejemplo de lo que es posible hacer, refiriéndose a su triunfo político electoral, por supuesto, también se pronunció en contra del islamismo y las corrientes migratorias que amenazan la cultura, estilo y nivel de vida de los franceses.

III.   EL MÉXICO NEOLIBERAL, EFECTOS Y ÁREAS DE OPORTUNIDAD.
En México las cosas no están mejor, porque si bien hemos recibido algunos beneficios de la globalización, como ser receptores de importantes flujos de inversión externa de Norteamérica y Europa, que México sea hoy un país exportador y primer socio comercial de EUA, primer socio comercial de Canadá, primer socio comercial latinoamericano de Alemania;  que sea considerado como la décimo cuarta economía del mundo, que muchos mexicanos tengan empleo en alguna empresa multinacional, es cierto, pero también podemos decir, que son logros absolutamente relativos, porque en México la inversión externa ha desarrollado un alto nivel de competitividad con base a un nivel salarial y un poder adquisitivo muy bajo, así como una calidad de vida muy desigual entre su población.
Respecto al tema, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía señala que “al compararse la evolución de la productividad media laboral (entendida aquí simplemente como la variación del producto entre la variación del insumo laboral), se observa que -ya sea que se le mire como productividad por persona ocupada o persona por hora-, una u otra vienen incrementándose más rápido que los salarios reales (ya sea el mínimo o el promedio de cotización), especialmente después de 2009”.[6]
Por supuesto que no es justo sostener un elevado nivel internacional de productividad a costa del nivel de vida de la población. Porque al final, esto significa que hay una transferencia del valor generado por el trabajador a una empresa generalmente extranjera. Por eso, las multinacionales prefieren invertir en México que en otros países con mejores salarios, recordemos la cita que aquí mismo hicimos del economista canadiense Marco Oviedo.
También es injusto que México sostenga un alto nivel de competitividad internacional otorgando incentivos injustificados a las empresas más ricas del mundo, con el pretexto de que vienen a generar fuentes de trabajo, empleos cuya creación terminan costando muy caras a la sociedad, ya que dichos incentivos que otorga el gobierno se pagan con dinero público que pertenece al conjunto de la sociedad mexicana.
Veamos un referente al respecto, “al gobierno de Puebla le costó 4.2 millones de pesos cada uno de los 4 mil 200 empleos que Audi promete generar en San José Chiapa, desde Marzo de 2013, cuando la transnacional colocó su primera piedra, al 2017, la administración de Rafael Moreno Valle, destinó 17 mil 656 millones de pesos para las obras complementarias, lo cual fue parte del acuerdo que tuvo con los directivos alemanes para que se inclinaran por el estado e instalaran su primer fábrica de autos premium en América, con una inversión de mil 300 millones de dólares”.[7]
Esto es económicamente injustificable, no se puede atraer inversión externa pagando un costo tan elevado por cada dólar que ingresa al país. No se puede transferir tanto dinero de una sociedad que tiene tantas necesidades a uno de los grupos empresariales más ricos y poderosos del mundo.
Y mientras así se premia a la inversión extranjera para que venga a territorio mexicano y se instale en cualquier entidad federativa, la micro y mediana empresa nacional reciben insignificancias: “en cinco años se han invertido 4 mil 746 millones de pesos”[8]. Y la suerte de las PYME no es mejor que la del campo poblano y mexicano en general, con datos de la Secretaria de Economía de la Administración Pública Federal, podemos observar que para el 2010 y 2011, la dependencia firmó un convenio con el Gobierno del Estado de Puebla por 75 millones de pesos para apoyar a la micro y mediana empresa, la proporción de aportaciones gubernamentales fue de 50 y 50 por ciento. Para el 2012 el monto del convenio bajó a 60 millones de pesos, y del 2013 en adelante ya no hay registro presupuestal de apoyo a las PYMES, “El presidente del sector alimentos afiliado a la Cámara Nacional de la Transformación (CANACINTRA), Gabriel Covarrubias dijo que es preocupante la situación, ya que el 80% de las 200 empresas locales son PYMES”.[9]
Los gobiernos mexicanos federales y locales se han sucedido unos a otros pensando que la inversión externa es la que va a resolver los problemas del país e  invierten onerosas cantidades de recursos para atraerlas, descuidando el buen estado del tejido productivo nacional que es el mayor generador de los empleos que sustenta a una economía.
Bajo esta forma equivocada de concebir y aletargar el desarrollo del país, es como uno puede entender que el 60 por ciento de los mexicanos vivan con algún grado de pobreza, y que el 16 por ciento de la población se encuentre en situación de hambre.
Los gobiernos se han dedicado a obsequiar parte del capital de la sociedad a los grandes monopolios, restringiendo y sacrificando, con salarios bajos e impuestos altos el nivel de vida de la población.
Por todo esto, los mexicanos tampoco podemos estar contentos con el sistema económico neoliberal y los problemas que hoy enfrenta México con el gobierno norteamericano representado por Donald Trump, esto debe servir como un momento de unión y reflexión nacional para redefinir colectivamente el rumbo del país, este momento debe servir como oportunidad para que:
·      México cambie la visión de su política económica y la oriente al fortalecimiento de su tejido productivo, con especial atención en el sector agroindustrial e industrial nacional.
·      Que las relaciones comerciales de México se diversifiquen a los 46 socios comerciales que tiene en el mundo, y dejemos de mirar exclusivamente para el norte del continente.
·      Que los gobiernos se decidan a impulsar y vincular el sector científico y tecnológico con el productivo.
·      Que haya dinero suficiente para impulsar la micro, mediana y grande empresas nacionales.
·      Que se mejore el nivel de los salarios para reactivar el mercado interno y crecer con base en nuestra propia dinámica.
Hasta hoy, el 82 por ciento de las exportaciones mexicanas de hortalizas en fresco van hacia los Estados Unidos y Canadá, pero México tiene importantes oportunidades en países como: Brasil, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Japón, China e Indonesia, entre los más importantes. Para aprovechar estas oportunidades, México tendrá que resolver algunos problemas de competitividad de sus alimentos, problemas que no son insalvables porque tienen que ver con la sanidad e inocuidad, nada imposible para el gobierno y las organizaciones de productores.

IV.     NI MANDATO DIVINO NI CONDENA FATAL
Al retomar el análisis mundial, por fin vemos cómo después de 73 años de neoliberalismo económico, de arrogancia política y estatus económico, de ser beneficiarias del sistema económico mundial, después de ostentar el titulo de economías desarrolladas, de países de primer mundo, de haber desarrollado las empresas multinacionales monopólicas más grandes, de recibir incentivos y transferencias de capital de los países pobres, de aprovechar casi ilimitadamente los recursos naturales y la mano de obra barata, de ser empresas que generan y  transfieren fortunas a sus países de origen, de ser economías con las monedas más poderosas del Sistema Monetario Internacional, y con los mejores niveles de ingreso per-cápita, ahora norteamericanos y europeos se asustan del monstruo económico que crearon en 1944.
Ahora que ven que sus economías no crecen como quisieran, que sus niveles de endeudamiento son más elevados que su Producto Interno Bruto, que la distribución de riqueza interna está provocando descontento en su población, ahora que se sienten amenazados por el inmenso mercado mundial de mano de obra sin oportunidades ni esperanza, resulta que a los impulsores del sistema económico neoliberal ya no les gusta como está funcionando.
Hoy tenemos que ser muy claros y admitir que el neoliberalismo con su libre competencia, desde siempre ha generado cuantiosos beneficios para Estados Unidos y Europa, pero nunca fue ni será una vía democrática de desarrollo para los países subordinados, eso fue una ilusión bajo la cual se engancharon al modelo las sociedades pobres y emergentes.
Paul Mattick en su Crítica de la Economía Contemporánea, señala al respecto:
El capitalismo está saturado de monopolios y en gran medida está determinado por ellos. El Estado, cuya función es la protección de la estructura social, es por lo tanto el estado del capitalismo monopolista. Este no es, sin embargo, un fenómeno social nuevo, sino algo que ha caracterizado al capitalismo a lo largo de su historia aunque en forma menos desarrollada hasta ahora.[10]
Y continua en otro pasaje, “Para Marx, la competencia del capital lleva a su concentración y centralización. El monopolio surge de la competencia, así como la competencia monopolista surge del monopolio”[11]
Mattick considera que “El capitalismo puramente competitivo solo existió en la fantasía y en los modelos de la economía burguesa. Pero incluso en ella, ya se hablaba de monopolios naturales y de precios monopolistas”.[12]
Hoy día, todo mundo puede entender que la libre competencia o mercado libre es una simulación. Hay competencia cuando conviene a los monopolios multinacionales, existe el libre mercado cuando una multinacional quiere avasallar, aniquilar y absorber a un productor más pequeño dentro de la misma rama productiva. Los monopolios son de Estado porque están protegidos por las legislaciones internacionales y nacionales. La legislación internacional está elaborada por los organismos internacionales subordinados a los gobiernos que los financian, y que a su vez son los países militarmente más poderosos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, entre los más destacados. La legislación al interior de los países está hecha a modo de los monopolios, y tiene carácter de obligatoria porque está supeditada a la firma de los acuerdos y tratados internacionales, la hacen cumplir los gobiernos nacionales para prohijar la estabilidad económica y la paz social que requiere el neoliberalismo que genera el proteccionismo monopólico.
Pero recordemos que el neoliberalismo no es mandato divino ni condena fatal para quienes lo vivimos y padecemos. Es producto de una posición ventajosa y prepotente de los EUA. Pero, ante la ausencia de un modelo económico internacional alternativo consensado y convincente para el desarrollo equilibrado y equitativo de los países, es urgente estudiar y proponer reformas al modelo que estamos viviendo y padeciendo, si estas reformas se realizan oportunamente, con toda seguridad los Estados Unidos podrán fortalecer su ilegítima legitimidad, y continuarán liderando el modelo económico, seguirán manejando los organismos internacionales, y la economía estadounidense continuará siendo el motor y principal mercado de occidente.
Si las reformas no se realizan oportunamente, la economía norteamericana entrará en una tendencia desfavorable, la ignorancia del actual gobierno norteamericano lo llevará a cometer graves desatinos que afectarán a las demás economías occidentales y asiáticas, e irán complicando la relación de libre comercio y política entre los países. Si las reformas no se realizan oportunamente, la presencia imperativa de los Estados Unidos en los organismos internacionales empezará a ser impugnada y los desajustes propiciarán que otras naciones como Rusia y China, incrementen su presencia y papel protagónico en el bloqueo de países capitalistas occidentales.
Cabe advertir que un cambio de liderazgo internacional sin un nuevo modelo económico, o sin reformas consensuadas, no mejorará las expectativas de vida en los países que integran el bloque occidental.
Las reformas al sistema económico deben estar orientadas hacia la regulación o modificación del Patrón Dólar-Oro, para que la paridad entre las distintas monedas no genere movimientos especulativos, siempre en perjuicio severo de las economías en proceso de desarrollo, como la mexicana.
Es necesario también reglamentar el uso rentista del capital financiero, los especuladores no pueden seguir jugando con el tipo internacional de cambio porque están jugando con el bienestar de la comunidad internacional.
Es muy importante acordar en el seno de los organismos internacionales un tabulador internacional de salarios para que, a igual trabajo, igual salario.
Alentar el desarrollo económico en las distintas regiones del mundo para garantizar la seguridad y la movilidad social sin restricciones.
Es decir, reformar para humanizar y controlar el sistema económico, haciendo de él una herramienta propicia para mejorar equitativamente las condiciones de vida de toda la comunidad mundial.
Pero Donald Trump no tiene la claridad ni el consenso para reformar el sistema económico, no obstante, en el ejercicio de sus facultades como primer mandatario de un país central, y de aquellas que le otorga la sesgada legislación internacional, seguirá tomando decisiones aventuradas como lo vimos en su primer discurso ante el Congreso de su país, mismas que irán generando estragos en la economía mundial hasta en tanto los efectos negativos reúnan a los actores económicos y políticos del mundo occidental y asiático para poner freno a los desatinos del Presidente Trump.
Cabe mencionar que Trump, sus consejeros y simpatizantes, son por naturaleza emocionales, poco tolerantes y muy reactivos. Esto nos hace pensar que la comunidad internacional no puede dejar que un grupo de personas carentes de sentido común y mínima prudencia, impongan a su libre albedrío las nuevas reglas en el sistema económico, que si bien a instancias de Norteamérica fue creado, hoy involucra a muchos más países, millones de personas y empresas, de tal forma, que estas actitudes de Donald Trump deben ser consideradas colectivamente como contrarias al interés internacional.
Insisto, no podemos perder de vista que al romper con las actuales reglas del sistema económico, sin tener un conjunto de reformas consensuadas, se podrían generar consecuencias muy graves para todos.
En mi opinión, la comunidad mundial y México en particular, debe aprovechar la coyuntura del “Brexit” en Reino Unido, el triunfo “populista y patriotero” de Donald Trump en los Estados Unidos, las expresiones conservadoras y proteccionistas en Francia, para impulsar esas reformas sustantivas al sistema económico neoliberal, es necesario oxigenarlo al menos con perspectiva de mediano plazo, donde haya nuevos actores y se distribuyan mejor los pesos y contrapesos en la economía mundial. México ya no es el mismo que en 1994, ahora debe desempeñar un papel de mayor presencia en la toma de decisiones internacionales en congruencia con su histórico perfil político, económico y social.


[1] A. Gromyko. El Capital al Servicio de la Expansión Imperialista, Ed. Agencia de Prensa Novosti, pág.41, Moscú, 1984
[2] Op. Cit, pág. 43.
[3] Recuperable en monografias.com, Miguel Ángel Bolaños Moreno.
[4] El Financiero, 2 de Enero de 2017
[5] Recuperado de http://www.lavanguardia.com
[6] INEGI, Estadísticas a Propósito del Día Internacional del Trabajo (1 de Mayo), Comparativo de Salarios y Productividad, gráfica 15, 29 de Abril de 2015.
[7] Periódico Central, Osvaldo Macuil, 13 de Febrero de 2017, Puebla, México.
[8] Boletín Informativo de la Secretaría de Economía, Infraestructura Pública, Detonador de Inversiones y Crecimiento Económico en Puebla, 18 de Febrero 2016.
[9] El Economista, Lunes 13 de Febrero de 2017.
[10] Mattick, Paul. Crítica de la Teoría Económica Contemporánea. Ed. El Hombre y su tiempo, Edición Era. pág.11, 1980
[11] Op. Cit.
[12] Op. Cit.

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